sábado, 19 de octubre de 2013

Ático del Olvido.



Está atardeciendo. Nina Simone sonando en el salón, “images”... Su voz totalmente desnuda dejaba sin habla a cualquiera. Aun recuerdo como agujereaba mi piel la primera vez que la escuché.
La luz del sol se agotaba lentamente. Lo cierto es que podía quedarme horas allí, en mi rincón viendo como se escondía el sol. Nunca lo había admitido pero tenía unas vistas preciosas. Era un ventanal bastante grande, me atrevería a decir que ocupaba toda una pared. Imaginaos... Quizá fuera más especial por la altura que tenía. Había tenido la suerte, o la desgracia de vivir en el piso más alto. Digo desgracia porque al principio odiaba aquello. Era demasiado pequeño y asquerosamente acogedor. Lo cierto es que me recordaba a ti. Y allí estaba yo. Sentada en la cama con las emociones perdidas. Entre cojines mirando un punto fijo del cielo.
Pluto, mi perro de agua, estaba tumbado al lado mía. Apoyando su cabeza en mi rodilla. No podía dejar de dar vueltas a lo ocurrido anoche. La cama sigue desecha desde que te marchaste. Esta vez no se a donde, pero no puedo evitar sonreír al ver que llevo puesta tu camisa. Me dispongo a levantarme, necesito un café. Me duele la cabeza, y los recuerdos. Camino hacia la cocina, que se encuentra dentro del salón, y mientras camino, las notas del piano suenan más fuerte en mi cabeza, ahora suena “Ne me quitte pas”. La canto bajito, como me identifica ahora esta canción: Ne me quitte pas... Il faut oublier tout peut s'oublier... Oublier le temps des malentendus, Et le temps perdu a savoir comment oublier ces heures, qui tuaient parfois a coups de pourquoi le coeur du bonheur... Ne me quitte pas...

Quedaba café en la cafetera. Ni lo calenté. Necesitaba algo amargo en mi cuerpo. De vez en cuando pasaban momentos de anoche por la cabeza. Tu sonrisa, y lo feliz que eres conmigo. El sonido de tu risa, y el beso de después. Pero, ¿por qué? Necesitaba saber el por qué de tu regreso.
Me dirigí hacia el vinilo para reproducir la misma canción. Cualquier roce de mi cara con la camisa me hacía llegar tu olor.


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