Hemos perdido. Dijo mi media sonrisa al no poder evitar
haber vuelto a su rincón. Era experta en negar lo inevitable, era la mejor en
contradecir al corazón. Yo, que me creía tan indestructible, me polvoricé entre
sus piernas. Para mí, que desde que lo conocí no existieron principios, sólo finales.
Y es que todos los principios eran finales disfrazados de oportunidades. Él que
sin pensarlo destrozó mi razón y se hizo experto en mis sonrisas.
Viajar sin moverse cobraba sentido entre sus sábanas. Sus suspiros eran un bucle de repetición en mi cabeza, los poros de mi piel pedían a gritos cualquier roce de su piel. Y ahora que recuerdo entre risas su boca, que imagino sus ojos a todo color clavados en mis letras, no quiero olvidarle.
Viajar sin moverse cobraba sentido entre sus sábanas. Sus suspiros eran un bucle de repetición en mi cabeza, los poros de mi piel pedían a gritos cualquier roce de su piel. Y ahora que recuerdo entre risas su boca, que imagino sus ojos a todo color clavados en mis letras, no quiero olvidarle.
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